Convertir los techos en desuso en AZOTEAS VIVAS, VERDES Y ACTIVAS es una estrategia de regeneración y de resiliencia urbana que impacta tanto al medio ambiente como a la ciudad, la sociedad y la economía, generando beneficios que funcionan como un ecosistema, ramificando su rentabilidad socio-sustentable.
Este artículo expone líneas de desarrollo de esta estrategia, beneficios y resistencias, que dibujan el escenario en el que se enmarca en términos de convertirse en política pública y detalla los efectos positivos en la ciudad de convertir los techos en desuso en Azoteas Vivas, Verdes y Activas.
Demuestra que un proyecto específico detona beneficios extensivos a otros, generando ecosistemas de desarrollo e innovación benéficos para toda la sociedad y el medio ambiente.
Los techos verdes permiten vincular a distintos sectores de la sociedad, Estado, privado y sociedad civil, en razón de un objetivo común, generando engranajes complejos y fructíferos.
Por esta razón, su evaluación debe realizarse en base a las economías de alcance que es capaz de generar, en cuanto a valorizar los beneficios sociales, medioambientales, y no solo a los económicos.
No obstante lo anterior, actualmente su valorización y masificación ha estado vinculada a una evaluación costo/beneficio económico de quién lo realiza, más que en las economías de alcance que es capaz de detonar, dificultando su financiamiento y por tanto su desarrollo.
Los proyectos de reconversión de azoteas y techos en desuso son capaces de articular diferentes sectores de la sociedad, generando engranajes complejos y repartiendo la responsabilidad de la adaptación al cambio climático y de mejorar la calidad de vida entre todos los actores que cohabitan en la ciudad.
El potencial de cambio de la sociedad civil y el sector privado ha sido ampliamente subestimado, estos actores son fundamentales para realizar y financiar acciones de adaptación al cambio climático, ya que reparten entre muchos la carga de este desafío “muchas acciones pequeñas logran un gran cambio”. Si queremos avanzar con estrategias eco-sistémicas y multisectoriales como la que aquí se propone, el estado en su rol de garante del medio ambiente e impulsor de las acciones contra el cambio climático, debería alinear su voluntad de cambio con las necesidades urbanas y medio ambientales para generar una visión de sociedad común que lidere la toma de decisiones en cuanto a estrategias, inversión, metas, obligatoriedad, fomento a proyectos detonantes, investigación y desarrollo, entre otras.
El Estado debe promover un enfoque integrado o sistémico, más que sectorial, que defina políticas públicas que, por una parte, establezcan lineamientos claros que faciliten la integración de soluciones basadas en la naturaleza con medidas convencionales, y por otro lado, permiten crear un entorno social y económico que fomente la incorporación de techos vivos en los actuales y futuros proyectos de edificación en las ciudades.
Desde la perspectiva económica, esta estrategia es rentable al considerar las economías de alcance que una azotea verde y activa genera.
Es fundamental, por tanto, entender que la evaluación de estos proyectos no puede ser costo-beneficio, desde el punto de vista del que ejecuta. El estado debe ayudar e impulsar políticas que sustenten, avalen y promuevan estas prácticas tanto en el apoyo subsidiario para implementación como para el desarrollo tecnológico y académico, que permita cuantificar el aporte de los servicios ecosistémicos y los beneficios sociales de este tipo de propuestas para poder medir su retorno social y medioambiental y por tanto definir porcentajes de financiamiento.
Requerimientos necesarios para avanzar en esta estrategia como política pública.
Lo primero es avanzar en una legislación que obligue e incentive su incorporación en los proyectos de edificación nuevos y reconversión de techos actuales, mediante políticas de gobernanza y coordinación de los actores implicados (organizaciones sociales, empresas encargadas de mantención, vecinos y usuarios).
Segundo, promover la educación medioambiental y la participación de la academia, centros de investigación, ONG y emprendedores en el desarrollo de una nueva industria, que genere investigación tanto en nuevas tecnologías como en información para la toma de decisiones.
Tercero, establecer mecanismos de financiamiento de la reconversión de techos y de los techos nuevos.
Y finalmente, diseñar pensando en las personas y en las ciudades, de manera de asegurar el desempeño a largo plazo de estas nuevas áreas verdes urbanas, mediante mecanismos de control y mantención que monitoreen el desempeño, la calidad y el aporte al medio ambiente.
Las azoteas y techos en desuso son un activo latente de mejoramiento urbano y medioambiental, promoverlas y usarlas es sin duda una excelente estrategia.
Artículo realizado por María de la Luz Barros (VerdeActivo) y Daniela Muñoz (AzoteasVivas), apoyado por Chile GBC.
Revisa el artículo completo aquí